20-04-09 Pretención


Vine hasta esta parte
sin dejar por el camino más que huellas.
No mentí; No vendí máscaras, ni fui
más parecido a otros que a mí mismo.
Perdí amigos y hasta amores
por no perderme a mí mismo.
No sé si soy preciso...
Lo que digo es que mi fé no se halla en venta.
Y mi voz, aunque lo pidas, no la alquilo.
Peor que morirte es descubrir
que otro vive tu vida.
Y mucho peor es constatar
Que tu cabeza es la cabeza que usa ese otro.
Yo llegué hasta acá
perdiendo novias y trabajos
por no dejar en el camino
la mirada y las palabras que me gustan.

Esa caprichosa pretención de ser feliz...

01-08-12 Simultaneidad

Nada más verte sonriendo y se descarrilan varios trenes; tropiezan las viejitas que compran verduras en el super de los chinos; se dan por vencidos varios maratonistas en algún circuito impronunciable de Alemania; dan dos vueltas en el aire los suicidas que se tiran al vacío; los yanquis se deciden a invadir varios países tercermundistas; los políticos dicen dos o tres mentiras menos por segundo; palpita incontables veces mi corazón al ritmo de un blues rabioso; se disuelve a medias la niebla de una mañana de Agosto y en el congreso aprueban una o dos leyes.
Se desvanece lo que Jorge Luis llamaba "El horror de vivir en lo sucesivo..."
Nada más verte sonriendo y se destrozan los muros que separan a los buenos de los malos, a los blancos de los negros, a los lindos de los feos, a los enfermos de los sanos, a los locos de los cuerdos. Se convierte en agua el helado que sostiene una niña distraída; se incendia la cabeza de un fósforo justo antes de llegar a la punta de un cigarro; se hacen papilla los autos que una máquina tritura para hacer con el metal otros autos; se van desgastando de a poco las ideas al ritmo del olvido.
Sonreís y en ese mismo instante todos los relojes del mundo dicen TIC y luego TAC, pero más lento, de modo que con cada sonrisa tuya el universo cambia su ritmo sin que nadie se dé cuenta.
Nada más verte sonreír y mirarnos de reojo y todas las pruebas y exámenes entregados se corrigen solos, generando epidemias de calificaciones positivas que los más agrios profesores no pueden explicar; se inician incendios en las costas de África y las llamas se apagan al mismo tiempo. Caen innumerables meteoritos en un campo en las afueras de Suipacha. Se codifica y decodifica muchas veces sucesivas el genoma humano.
Tinelli mira a la cámara.
Cristina deja de tocar compulsivamente los micrófonos.
Clarín dice la verdad.
Los del Facebook descubren la diferencia entre "a ver" y "haber".
Me crece el pelo.
Y se hacen notorias varias verdades (aunque, como decía Gregory, "todos mienten")

Con tantas cosas ocurriendo al mismo tiempo -tanto ruido- no es raro que en ese momento de caos imperceptible se te escape el detalle de que tu sonrisa también alcanza para hacerme feliz por el resto del día.

Invierno

Este invierno mental.
Estas manos cortadas.
Este viaje de escamas gastadas
por aguas de estiércol y sal.

Esta ausencia del sol
Este triunfo del viento
Este frío del barro
dejándose quieto en el suelo

Este invierno mental
Esta crisis de sueños
Este borde de todo
este caos de escarcha
Estas manos gastadas
Caricias que nunca serán...

03-07-12 - Silencio (Escrito el Día del Locutor)

Amantes del silencio. Eso somos. Lo acariciamos, nos ganamos su confianza. Y justo ahí, metemos la palabra. La palabra se clava en la carne del silencio y queda ahí, incrustada, resaltando, diciendo. La palabra existe porque el silencio la lleva puesta. Lo que decimos es una manchita en el cuero suave del silencio. La esencia de lo que decimos está en ese espacio entre una palabra y otra. Las palabras más bellas son esas que mejor adornan la piel del silencio. 
Entrás al ISER, y en tres años tenés un carné de Locutor, que certifica que ya sabés manejar las palabras. 
Después te lleva una vida aprender a seducir al silencio.

16-06-12 ¡Crack!


¡Crack! Es la onomatopeya que representa un quiebre. Algo se rompe y es ¡Crack!.
Siempre estará ese momento en el que vos y ella se van a mirar a los ojos, parados en la grieta, en el lugar en el que los continentes se separan.
La vas a mirar despacio, como queriendo decirle algo que no sabés enunciar, sintiendo que tal vez estás tomando la decisión equivocada. Tu mente trabaja a miles de kilómetros por hora. Va mucho más rápido de lo que puede expresarse con palabras.
Tal vez haya un abrazo, una súplica velada de que algo cambie, de que un sacudón oportuno rompa los límites de la pesadilla. Pero no pasa nada. Nadie viene a rescatarte. En ese momento estás completamente solo.
Ella te mira pero estás solo. Ya estás solo.
Pensás que tal vez estás equivocándote. Ella piensa que tal vez están equivocándose. Pero se trata de seguir un plan que se decidió antes, y de pronto ese antes les parece tan lejano, tan borroso.
Y es, antes que nada,  porque ya no se pueden recitar tan claramente los motivos que los están separando; esas manos color noche que se la están llevando, que te están llevando. Ya no son tan claros ni parecen tan convincentes los motivos que los pusieron a ambos lados de la grieta.
Sentís el ¡Crack! Removiendo la tierra bajo tus pies. A lo mejor ella te pide que la abrases y en realidad te está pidiendo que digas algo que pueda detener el tiempo, enroscarlo y volverlo atrás. Pero la vida no es una película.
Ya es hora de que alguien revele esta verdad.
Una vez que esta despedida acabe, te vas a preguntar muchas veces si fue una buena decisión.
Nunca lo vas a saber.
Después la historia seguirá. Si te enterás algo de ella, será como tener noticias de un viejo amigo, pero al mismo tiempo te vas a alegrar si las noticias no son buenas y te vas a preguntar qué clase de monstruo sos, deseando el mal a quien alguna vez amaste.
Todo eso, decidido por un instante en el que el ¡Crack! sale de las entrañas de la tierra, empujado por el magma hirviente que está ahí adentro del globo desde la creación del universo. Ese inconmensurable puchero de piedras que se retuerce en el centro de la tierra hasta que de golpe quiebra la corteza, revienta, ¡Crack!
Todo esto en una noche de luna llena mientras ella te pide que la abrases. Mientras de a poco los brazos no significan nada. Están ahí. Duros, abandonados al destino de no abrazar, como los de los espantapájaros. Sos un ser deformado y chiquitito, un hombre menguante que, al igual que el de Matheson, sabe que al final aguarda otro universo, pero nadie puede acompañarte hasta allá.
Ahora estás solo, ante la perspectiva de algo nuevo. Quizá mejor. Quizá terriblemente peor. Seguramente distinto.
Si alguien te pusiera un espejo en el camino, saludarías con cortesía a ese tipo que te parece conocido, pero casi ajeno por completo. 

27-05-12 REVOLUCIONES




El viernes pasado, 25 de mayo, Graciela Díaz me pidió que dijera unas palabras desde mi rol de comunicador en Suipacha, refiriéndome a La Libertad, en un Acto que organizaba la Asociación que ella dirige. 
Quería compartir con los lectores del blog un bosquejo de lo que dije ahí. Tal vez les guste:

"Sé que no es una muy buena manera de empezar, pero quiero decir antes que nada que por lo general desconfío bastante de las revoluciones en el sentido más político de la palabra. Sin generalizar, es necesario decir que con frecuencia han sido un producto de los intereses más o menos genuinos de las burguesías. Los pobres no hacemos revoluciones. Hacemos revueltas, alzamientos, rebeliones, pero revoluciones hacen los que tienen el poder, el financiamiento, y la educación para hacerlas. Muchas veces se dirá que los que se alzan en contra de una determinada potencia lo hacen en nombre de los que menos tienen, pero en general reaccionan a una necesidad de las clases más acomodadas. 
En otras palabras: nosotros, los humildes, podemos ser bandera, pero abanderados… difícilmente.
Aun así, he aceptado hablar partiendo de un nuevo aniversario de la revolución de mayo y de los hombres que la hicieron. 
Y aquí vuelvo a decepcionarlos, porque me cuesta referirme a esos seres tan exaltados por la historia de los que ya se ha dicho casi todo, y de los que yo no sé casi nada.

Voy a hablar, por lo tanto, de los revolucionarios que yo conozco. 
Un verdadero grupo de revolucionarios. 
No cambiaron un país, ni una provincia, ni un pueblo, si lo vemos en los términos "documentables", pero a lo mejor lo hicieron igual.

Cuando yo tenía 9 años, era un chico del campo, de padres tamberos, que leía con voracidad todo lo que se me cruzaba, pero no tenía tantas lecturas a mano como hubiera querido.
Un día mi maestra me llamó aparte y me dio un regalo. Algo poco común, y para mí rarísimo.
Cuando abrí el paquete, en su interior me encontré con un libro. Y cuando abrí el libro, lo primero que vi fue un dibujo muy simple de un chico que aferraba, como si fueran las riendas de un carro, un manojo de hilos que lo conectaban con una bandada de pájaros. 
Los pájaros tiraban de esos hilos y lo llevaban volando.
Ese chico rubio de cuyo cuello colgaba una larga bufanda, era el Principito, de Exupéry.
En esa misma página, aquella maestra había escrito: “Para Damián, que cuando lee alcanza las estrellas”
Yo no lo supe en ese momento, y probablemente no lo pensé hasta ahora. Pero ella, la maestra del libro, y otras que iban a venir después, y  profesores y profesoras más adelante, y bibliotecarias y amigos más instruidos que yo, que se fueron turnando para prestarme, regalarme o recomendarme libros, hicieron que yo sea una persona diametralmente distinta a la que hubiera sido sin ellos.
Sin esas lecturas que me abrieron la cabeza, hoy no sería el que soy.
Pero esos libros fueron llegando, uno por uno. 
Un plan de Dios, perfectamente orquestado,  para cambiar el destino -no de un país- pero sí de una persona, usando a estos revolucionarios.
Fueron y son terribles rebeldes, porque rompieron con lo que el “destino” había dejado para mí. 
Y pienso ahora en todos los que con pequeñas acciones hacen lo mismo: Marcan a alguien para siempre. 
Pienso en el que da amor a un chico que no lo tuvo: Ese chico nunca va a ser el mismo, porque el recuerdo de una caricia, igual que el de un latigazo, te puede marcar de por vida.
Pienso en los que dan un plato de comida a alguien que tiene hambre, o abrigan al que tiene frío; Ellos son revolucionarios, porque nos hacen entender que se puede, que nadie nos puede condenar a ser indiferentes.
Y así podría seguir sin parar, hablando de revolucionarios anónimos que hacen la diferencia en un mundo en el que sobran conformistas y acostumbrados.

Los que tenemos en nuestras manos la información, somos parte de eso.
Pienso en esa responsabilidad siempre que proyecto un programa nuevo. 
Me pregunto si de alguna manera puedo enriquecer a los que están del otro lado. Podría pensar sólo en entretenerlos, que no estaría mal, pero se ve que algo de esa sed revolucionaria también está en mí.
Lo cierto es que, yendo al tema del que me pidieron hablar, la única libertad es la que empieza en las cabezas y los corazones. En nuestras almas está el embrión de la libertad. Desde ahí salimos, como aferrados a una bandada de aves migratorias de esas que llevaban al Principito, hacia la verdadera libertad.
Si de algo puede servir mi trabajo para contribuir a despertar esa libertad, seguro que eso llevará al mismo tiempo a construir un mundo mejor, con más justicia, con gente más buena. Si de algo sirve mi trabajo para eso, decía, ahí quisiera estar, como un revolucionario más”

12-04-12 Creer

Cuando golpeaste la puerta, salí
Cuando dijiste mi nombre, lloré
Cuando escupiste mi cara, reí
Cuando dejé que te fueras, pensé

Cuando llamaste de lejos no fui
Cuando creí con más fuerzas, oré
Cuando regaste la tierra, nací
Cuando corría sin rumbo paré

Y a veces salió caro vivir
Pero ese era el precio y pagué
Dijiste que querías venir

Y mi unico defecto es creer
Lo lógico es dejar de insistir
Pero es tan placentero creer...

15-03-12 Partida

Esbozada esa sonrisa, se quedó saboreando el aire del océano hasta que el mar entró por la ventana. 
Después su cuerpo era parte del agua.
Las olas salieron empujándose y riendo al bajar la marea. Ella ya no estaba.

17-01-12 El niño explorador

El último beso será para cualquiera de los niños malos.
Quien menos pague por él, heredará tu amor.

El boy-scout.
El que se sabe de memoria las reglas.
El que nunca dijo el nombre de tus locuras extremas.
El que no lo va a decir nunca.
El que pone la capa extendida sobre el charco cuando vas a pasar.
El que rompe la carta que te inculpa.
El que se declara responsable del vidrio que vos rompiste.
El que perdona una y mil veces.
El que puede recordar cada una de tus obsesiones.
El que se amolda a la forma de tu cuerpo para no despertarte.
El niño explorador.
El que renuncia a la última galletita del paquete para dártela.
El que te presta la campera cuando llueve a cántaros y temblás de frío.
El que consigue sacar de la nada ropa seca.
El que mira para otro lado si no le das permiso para verte mientras te cambiás.
El boy scout.
El niño explorador.
El perfecto reflejo de lo que pedirías.
El perfecto reflejo de lo que reclamás.
Ese...
Ese se queda solo...


16-01-12 Alegría

Besos del sol, las caricias amarillas de una brisa frutal que viene de algún sitio del monte. Luz que se descuelga entre las hojas en trayectoria diagonal, tobogán de niebla. Pasto mojado que acompaña los pasos descalzos. Hojas secas, blando colchón en el que los pies se hunden con placer. El canto de los pájaros, que es como suena la libertad. Una catarata de esa libertad se cae sobre nuestras cabezas. Murmurás algo que no entiendo, pero no pregunto. Contesto algo que no creo que escuches, pero me sonreís, con tus brazos cerrándose alrededor de mi cuello. Te miro a los ojos, tan de cerca que sólo veo uno, que son los dos al mismo tiempo (como en el juego del cíclope que describía Julio), y no sé si la luz está afuera o sale de esa mirada única. Más allá de las copas de los árboles, más allá de la inmensidad que se vuelve azul de tan llena de aire, Dios baila de alegría, los ángeles se desternillan de risa, y el mundo siente la onda expansiva de tanta felicidad.

PAPEL

Des-conexión, re-conexión. Vuelta a la realidad. Tus ojos, la prisa de los trenes que se van, los rayos del sol. La acribillante potencia del sonido de esa hoja de papel que cae al piso. Dos segundos después, somos el piso y la noche está dejándose encontrar. Allá afuera se inventan curas milagrosas para enfermedades desconocidas; se lanzan monos al espacio; se dan por abolidos los criterios preexistentes; caen imperios; nace pasto en las cargas de los techos; se dilapida hoy a los que creen, como ayer a los que no... (La hoja de papel da una vuelta graciosa en el espacio quieto, como si quisiera remontarse, volver por su camino de caracol del aire a la mano que la dejó caer) Afuera, lluvia, furia, gritos, sed de sangre; Risas de cristal partido; líneas transparentes; vasos comunicantes; incineradores de cerebros; vaciaderos de basura; danzas frenéticas de androides hipnotizados; distorsiones de la realidad; quiebres de la relación espacio-tiempo; hormigueros rotos; ciudades arrasadas por el fuego... Ahora la hoja de papel se entrega, renuncia a su lucha, se deja ir hacia la chatura del piso. Desde mi lugar, que puede ser a unos pocos pasos, o a muchos años de distancia, no alcanzo a ver qué palabras están escritas en el papel. Tampoco quiero saberlo. Afuera empieza a llover.

Regresos

Todos llevamos adentro un parásito asesino hecho de las ganas de volver. Si lo alimentás, te consume. Las ganas de regresar a lugares y aromas, a paisajes y situaciones, no son más que eso: Ganas; puras ganas; bocas que se comen el presente y escupen los huesos con una horrible displicencia, con algo de asco.
Los regresos, casi todos, desembocan en decepción: La plaza es otra plaza, el río es otro río, nuestra primera novia ya no es lo que era, y aunque lo fuera, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, como decía Pablo. 
Es cierto que de vez en cuando es una deliciosa tentación emborracharte con la vista desde el precipicio, pero ese vértigo, esa permanente amenaza de caída libre no puede durar mucho.
Aun así siempre siempre están los que se dejan ir hacia el hueco oscuro de las ganas de ser otra vez el niño que remonta el barrilete en una tarde de tormenta, y luego son parte del viento que los lleva, pasto de nubes oscuras que los absorben para siempre... Despiertan a horas que nunca existieron, conocen gente que no recordaban haber visto jamás, se miran las manos y las descubren tan extrañas que les parecen las manos de otro.

Inventario incompleto de las cosas que me gustan

Caminar descalzo en el barro; las puestas de sol cuando todo el cielo se tiñe de rojo; Las pizzas; Las mañanas de calor y el placer de pisar el pasto mojado de rocío; Las lluvias torrenciales escurriéndose por los techos; Un abrazo que parece a punto de partirte las costillas; La sonrisa del chiquito que te mira desde la ventanilla de un tren que se va; Aspirar profundo el aire del campo; El sabor del café con leche; El ombú de las ánimas; Leer a Wilbur Smith sentado bajo la plantas; El sabor de las moras que se comen entre las ramas de la planta; Los pinos de la Plaza Rosario Suárez; El olor a tierra mojada que viene de lejos; El suspiro hondo que se escapa de golpe de tu boca en ese momento; Los viajes; Las chicas; Marcos chiquitito, diciendo "Batioteca", en lugar de Biblioteca; Andar a caballo a campo abierto; Reírme de mis propios chistes; Las luciérnagas. El dulce de leche; Las siestas en verano; El calor; Los arroyos; Vos...

Primavera inminente...

Amenazas de primavera en el aire de Septiembre... Una advertencia de que algo mejor está a las puertas. Cuando llegue, no habrá silencio ni soledad que puedan detenerlo. La felicidad -que yo identifico inevitablemente con el calor, porque siempre hacía calor en esos momentos; La felicidad, decía, no puede andar muy lejos... Tiene que estar en cualquier sitio, dejándose encontrar, con esa sencillez de niña que tiene la felicidad; Con esa inocencia de ojos inmensamente abiertos de asombro; Con esa propiedad de lágrima que al brotar define lo indefinible. Nadie puede resistirse a una lágrima, y menos si es de felicidad. A ver si se entiende de una vez, y lo digo para todos: Yo voy directo a la felicidad. Sin escalas a la risa, al momento de plenitud en el que todo cobra sentido. Yo no quiero la lágrima. Yo no amo el ceño ni la frialdad de la mirada. Yo no me resigno, ¿Ok?. No voy a dejar de patear la puerta. Ese bello romanticismo del sufrimiento se lo dejo a los que nunca han sufrido de veras; que los que no conocen de problemas reales sigan encargándose de los problemas imaginarios. Mientras ellos definen sus propias cosmogonías, yo me limito a creer. A Creer que algo viene y es mejor. Inventemos, pues, una sonrisa con los ingredientes que tenemos. Seremos felices, aunque serlo nos cueste la felicidad misma. Ahora que el aire es tibio y hay, como se ha dicho, amenazas de primavera cerniéndose como fantasmas buenos en el aire de agosto, todo lo antedicho parece más posible. Reinventemos la sonrisa, que de eso se trata. Tal vez vos puedas ayudarme..

01-07-11 Tu risa

Una sonrisa -la tuya- recorre la noche y enciende las luces que mi mente exige. 
Tu sonrisa fabrica el día cuando la oscuridad no cede. 
Tu sonrisa reescribe la historia con un final a la medida de los débiles, y una única imagen posible: Las dos hogueras paralelas de tus ojos... 
La sonrisa que brota de tus labios no brota, escapa corriendo, salta como un desesperado equilibrista en llamas, se arroja sobre el público, se desternilla de risa al tiempo que se consume. Revoluciones pululantes y sangrientas que respiran bajo el agua de tsunamis que rebalsan por el borde de tus labios. Y son agua que regresa en oleajes permanentes para que haya realidades y ficciones que se unan, que se abracen a mis ojos.
Porque todo esto -hay que decirlo- no se trata de vos, que tal vez ni siquiera te des cuenta de todo lo que puede hacer tu risa.
No.
Esto se trata de mí; tiene que ver con el último bastión de resistencia en mis adentros. La última batalla -batalla perdida de antemano, claro- de mis últimos soldados moribundos. 
 Después, la derrota será la victoria, y saldré a festejar a las calles con tu sonrisa como bandera.

24-05-11 Cada Estrella


Arritmia, evanescente encarnación
Del yo que sueña y el que plagia lo soñado
Como vos, que sos el eco de un suspiro
Redención de una sonrisa o una flor
Vaguedad del silabario y de la letra
Restauración y destrucción
Vista y oído, ojos cerrados
Ahora mismo hay una estrella que se apaga
En milenios la verá alguien sin verla
No sabrá qué coincidencias hay detrás
De esa muerte repetida en el espacio
Solo vos, estrella, y yo observador imprescindible.

Repertorio descarrilacorazones
Pedacitos de una historia no contada
Que hurga en todo este tormento que nos busca
Y siempre encuentra un buen lugar para encontrarnos
Para darnos por la nuca y desgarrarnos
Como copos de algodón
Como la niebla

Nos arrastran similares tempestades
Nos apagan similares somnolencias
Nos indigna la mentira en las verdades
Nos deshacen las victorias que no llegan
Porque nos mata el compromiso de las huellas
Y nos anhela cada estrella que se apaga.

RECOMIENDO LEER A JOSÉ CAPUCCI

Si no son de suipacha, si están lejos del pueblo, o si quieren mucho a esta ciudad, tienen que ver la página de José Capucci, que recopila la historia y tradición oral de nuestro pueblo. Es una página más que recomendable:

http://www.historiasdesuipacha.com.ar/


09-05-11 Descubrimiento del dolor

-Me gusta – decía ella.
Miraba el árbol mientras Él resbalaba con los labios por su cuello. Traspiraban y regaban el jardín con sus sudores de barro recién amasado. La tierra todavía tenía el hueco del que habían salido.
El pecho de El aun no cicatrizaba del todo.
Y ya veían que el amor es un monstruito enfermo y pegajoso.
A Ella le gustaba eso que el árbol segregaba de sus ramas. Gotas gigantes y coloridas que de pronto se tornaban sólidas y quedaban allí pegadas entre las hojas. Relucían. En sus superficies se reflejaban los rostros de ambos, deformados, arrastrados a la redondez; no como en el agua, ese espejo fiel; no como en los ojos del otro que -ellos ya lo sabían- es el lugar donde uno se refleja sin verse y si pudiera, vería a otra persona.
Él bajaba hasta el ombligo de Eva. La panzita recién creada era dulce. Cuando la lengua de Adán la recorría, el gusto era el del pan apenas horneado, pero también el de la lluvia cuando corre por tu cara. Cuando Adán besaba a Eva, entre las hojas del árbol había una agitación que acompañaba la respiración de ella.
Ella decía “Me gusta” y extendía una mano. Quizá hablaba de lo labios de Él besándola, reconociéndola; Pero también puede que esos labios no significaran nada para ella, un susurro más que pasaba por la superficie de su piel. No más intenso que el viento, no más excitante que la luz del sol.
Él creía que esa voz le hablaba, pero ella ya no estaba ahí. Ella ya había estado y se había ido. Ella ya había llegado antes, lo había amado, había cumplido la rutina de caída, exilio, vida errante, preñez, parición, crianza, vejez y muerte. Todo mientras Él trataba de entender qué sentía cuando ella lo miraba a los ojos y sus pupilas pedían algo que nadie podía darle.
Cuando Adán levantó la vista, ella ya mordía la fruta.
Las múltiples patas de la serpiente no dejaban de cortar frutos del árbol y meterlos en una cesta. “Para el viaje”, murmuraba. A Él le pareció una voz amable, casi amorosa. Su sonrisa era una mueca triste que dolía ver.
Ella ya sabía quién era quién.
No parecía importarle.
- Me gusta – repitió Adán. Y probó luego el fruto. Ella le había dicho cómo debía hacerlo: cerrando los ojos; aspirando profundamente. Y Adán vio de un solo golpe todos los golpes. Sufrió de un solo tirón todos los siglos. El tajo que acababa de abrirse en la eternidad empezaba a sangrar. Por las comisuras de sus labios chorrearon las pestes, las guerras, las mentiras, las traiciones, emperadores y sádicos, rameras y esclavizadores, brujos y militares, perversos y torturadores, Adanes y Evas multiplicados y esparcidos por las estrellas, todos buscando un modo de volver a casa. Todos tratando de escupir un trozo de muerte atravesado en sus gargantas.
Para ese entonces la serpiente estaba rascándose frenéticamente una sarna insoportable que la obligaba a retorcerse de dolor y placer simultáneos. Con cada estertor, cada fricción contra las ramas del árbol, una de sus extremidades se desprendía.
Cuando bajó a tierra, se arrastraba miserablemente.
Adán pensó en aplastarla con un palo, pero Eva ya estaba pisándole furiosa la cabeza.
Cada pisotón resonaba en el jardín con la potencia de lo irreversible.
Luego ella se vistió de hojas, como si quisiera parecerse a una planta, y empezó a fingir que no lo veía.
Él la imitó, tratando de recuperar su atención.
Pero ella ya se alejaba, caminando rápido, y sin mirar atrás.


05-05-11 Volverán




Volverán, alados, libres
Los que hoy lloran ausencia
Y volveré, presente en tu rubor
Por vos
Y llorarás, lenguaje de dolor
Significantes que gotean por tu cara
Piel que el beso hizo erizar
Con el alivio, con el quiebre de los yugos
Libertad

Golpearé puertas de hierro
Una por una, hasta encontrar
La puerta que detrás tenga tu voz
Ahí estarás, sonrisa, ojos oscuros
Desatino del momento de reír
De carcajadas, del abrazo de tu cuerpo

Una fuerza que respira a flor de piel
Que va a explotar
Y va a volar, llevando tras de sí
Nuestros destinos

Porque entonces cada beso será el mundo
Cada caricia será vida que renace
Cada cuerpo será al fin todos los cuerpos
Y volverán, alados, a tu voz,
Los versos del poema

Adiós, María Elena


Te fuiste, María Elena, y te lloran todos.

Llora Manuelita, mucho más que al volver vieja de nuevo de París. Llora el brujo de ese lugar impronunciable. Lloran Chaucha y Palito. Llora Pocopán, más pobre y sólo que nunca. Y lloran cada uno de ellos: Tus personajes que, como la creación de todos los grandes de las letras, trascienden lo que las letras dicen.

Porque quién se va a creer esa fantasía de que la historia termina cuando al pie de la página aparece la palabra FIN. Mentira. Los personajes siguen su vida, que quizá no es tan interesante o aventurera como para que se la esté contando, pero no cabe duda de que las historias continúan, y ellos, los seres que surgieron de tu imaginación, deben andar todavía por ahí, en algún lugar de ese reino no muy lejano en el que todo está al revés.

Lloramos nosotros, los que te leíamos de chicos, pero te entendimos (o creímos entender) ya de grandes.

Es que todavía te necesitamos.



Quién les va a explicar a los chicos del futuro todo eso que ni siquiera nosotros podemos asimilar...

Quién va emprender la imposible tarea de recordar en el país del Nomeacuerdo...

Quién va a decidir si usar el cuchillo o el tenedor a la hora de dar caza a la naranja que el intrépido mono liso atrapó viva a la orilla de una zanja...

Quién va a guiar el avión cuatrimotor del galeno que, inyección mediante, pondrá fin a las diabluras de los hoy multiplicados brujitos de Gulubú...

Quién nos va a llevar hasta la quebrada de Humahuaca para ver con nuestros propios ojos a esa vaca que, en un rincón de la escuelita, repasa su lección...

Quién sacará de su abatatamiento a la reina batata cuando la mire el cocinero...

Quién nos dirá dónde está la tetera de porcelana que no se ve, y quién abrigará la leche cuando tenga frío...



Seguramente no te hubiera gustado escucharlo, pero todos deseamos que te hayan hecho un lugarcito en el cielo.

Vos no creías mucho en eso, pero nos hiciste tanto bien...