Primavera inminente...

Amenazas de primavera en el aire de Septiembre... Una advertencia de que algo mejor está a las puertas. Cuando llegue, no habrá silencio ni soledad que puedan detenerlo. La felicidad -que yo identifico inevitablemente con el calor, porque siempre hacía calor en esos momentos; La felicidad, decía, no puede andar muy lejos... Tiene que estar en cualquier sitio, dejándose encontrar, con esa sencillez de niña que tiene la felicidad; Con esa inocencia de ojos inmensamente abiertos de asombro; Con esa propiedad de lágrima que al brotar define lo indefinible. Nadie puede resistirse a una lágrima, y menos si es de felicidad. A ver si se entiende de una vez, y lo digo para todos: Yo voy directo a la felicidad. Sin escalas a la risa, al momento de plenitud en el que todo cobra sentido. Yo no quiero la lágrima. Yo no amo el ceño ni la frialdad de la mirada. Yo no me resigno, ¿Ok?. No voy a dejar de patear la puerta. Ese bello romanticismo del sufrimiento se lo dejo a los que nunca han sufrido de veras; que los que no conocen de problemas reales sigan encargándose de los problemas imaginarios. Mientras ellos definen sus propias cosmogonías, yo me limito a creer. A Creer que algo viene y es mejor. Inventemos, pues, una sonrisa con los ingredientes que tenemos. Seremos felices, aunque serlo nos cueste la felicidad misma. Ahora que el aire es tibio y hay, como se ha dicho, amenazas de primavera cerniéndose como fantasmas buenos en el aire de agosto, todo lo antedicho parece más posible. Reinventemos la sonrisa, que de eso se trata. Tal vez vos puedas ayudarme..

01-07-11 Tu risa

Una sonrisa -la tuya- recorre la noche y enciende las luces que mi mente exige. 
Tu sonrisa fabrica el día cuando la oscuridad no cede. 
Tu sonrisa reescribe la historia con un final a la medida de los débiles, y una única imagen posible: Las dos hogueras paralelas de tus ojos... 
La sonrisa que brota de tus labios no brota, escapa corriendo, salta como un desesperado equilibrista en llamas, se arroja sobre el público, se desternilla de risa al tiempo que se consume. Revoluciones pululantes y sangrientas que respiran bajo el agua de tsunamis que rebalsan por el borde de tus labios. Y son agua que regresa en oleajes permanentes para que haya realidades y ficciones que se unan, que se abracen a mis ojos.
Porque todo esto -hay que decirlo- no se trata de vos, que tal vez ni siquiera te des cuenta de todo lo que puede hacer tu risa.
No.
Esto se trata de mí; tiene que ver con el último bastión de resistencia en mis adentros. La última batalla -batalla perdida de antemano, claro- de mis últimos soldados moribundos. 
 Después, la derrota será la victoria, y saldré a festejar a las calles con tu sonrisa como bandera.