Dueños de todo



Somos dueños de todo. No sabemos qué es poseer algo; entendemos que todo es nuestro; y por eso todo es nuestro. A nosotros nos pertenecen los sueños imposibles. Tenemos permiso para ser torpes y abrazar con las manos embarradas. Nos pertenecen todas las tardes de sol y las siestas del verano. Somos dueños de la sonrisa que perdona y comprende cuando nos equivocamos ¿hay algo más caro que eso?
La felicidad se hizo para nosotros, y es de todos porque no nos molesta compartirla. 
La sonrisa no tiene talla, porque es una prenda que se amolda a cualquier cuerpo y a cualquier cara, pero a nadie le queda tan bien como a nosotros. 
El que pintó el mundo le puso múltiples colores pensando en nosotros. 
Somos dueños y protagonistas de todos los cuentos de hadas y de todas las canciones inocentes. 
Somos dueños de la versión más pura del amor. 
La tierra es nuestra. 
¿Qué nos pueden regalar hoy, que no lo tengamos ya?
Sólo Dios tenía algo más...
Y mandó a decir que no hay problema, que lo demos por hecho: que el reino de los cielos también es nuestro.