24-05-11 Cada Estrella


Arritmia, evanescente encarnación
Del yo que sueña y el que plagia lo soñado
Como vos, que sos el eco de un suspiro
Redención de una sonrisa o una flor
Vaguedad del silabario y de la letra
Restauración y destrucción
Vista y oído, ojos cerrados
Ahora mismo hay una estrella que se apaga
En milenios la verá alguien sin verla
No sabrá qué coincidencias hay detrás
De esa muerte repetida en el espacio
Solo vos, estrella, y yo observador imprescindible.

Repertorio descarrilacorazones
Pedacitos de una historia no contada
Que hurga en todo este tormento que nos busca
Y siempre encuentra un buen lugar para encontrarnos
Para darnos por la nuca y desgarrarnos
Como copos de algodón
Como la niebla

Nos arrastran similares tempestades
Nos apagan similares somnolencias
Nos indigna la mentira en las verdades
Nos deshacen las victorias que no llegan
Porque nos mata el compromiso de las huellas
Y nos anhela cada estrella que se apaga.

RECOMIENDO LEER A JOSÉ CAPUCCI

Si no son de suipacha, si están lejos del pueblo, o si quieren mucho a esta ciudad, tienen que ver la página de José Capucci, que recopila la historia y tradición oral de nuestro pueblo. Es una página más que recomendable:

http://www.historiasdesuipacha.com.ar/


09-05-11 Descubrimiento del dolor

-Me gusta – decía ella.
Miraba el árbol mientras Él resbalaba con los labios por su cuello. Traspiraban y regaban el jardín con sus sudores de barro recién amasado. La tierra todavía tenía el hueco del que habían salido.
El pecho de El aun no cicatrizaba del todo.
Y ya veían que el amor es un monstruito enfermo y pegajoso.
A Ella le gustaba eso que el árbol segregaba de sus ramas. Gotas gigantes y coloridas que de pronto se tornaban sólidas y quedaban allí pegadas entre las hojas. Relucían. En sus superficies se reflejaban los rostros de ambos, deformados, arrastrados a la redondez; no como en el agua, ese espejo fiel; no como en los ojos del otro que -ellos ya lo sabían- es el lugar donde uno se refleja sin verse y si pudiera, vería a otra persona.
Él bajaba hasta el ombligo de Eva. La panzita recién creada era dulce. Cuando la lengua de Adán la recorría, el gusto era el del pan apenas horneado, pero también el de la lluvia cuando corre por tu cara. Cuando Adán besaba a Eva, entre las hojas del árbol había una agitación que acompañaba la respiración de ella.
Ella decía “Me gusta” y extendía una mano. Quizá hablaba de lo labios de Él besándola, reconociéndola; Pero también puede que esos labios no significaran nada para ella, un susurro más que pasaba por la superficie de su piel. No más intenso que el viento, no más excitante que la luz del sol.
Él creía que esa voz le hablaba, pero ella ya no estaba ahí. Ella ya había estado y se había ido. Ella ya había llegado antes, lo había amado, había cumplido la rutina de caída, exilio, vida errante, preñez, parición, crianza, vejez y muerte. Todo mientras Él trataba de entender qué sentía cuando ella lo miraba a los ojos y sus pupilas pedían algo que nadie podía darle.
Cuando Adán levantó la vista, ella ya mordía la fruta.
Las múltiples patas de la serpiente no dejaban de cortar frutos del árbol y meterlos en una cesta. “Para el viaje”, murmuraba. A Él le pareció una voz amable, casi amorosa. Su sonrisa era una mueca triste que dolía ver.
Ella ya sabía quién era quién.
No parecía importarle.
- Me gusta – repitió Adán. Y probó luego el fruto. Ella le había dicho cómo debía hacerlo: cerrando los ojos; aspirando profundamente. Y Adán vio de un solo golpe todos los golpes. Sufrió de un solo tirón todos los siglos. El tajo que acababa de abrirse en la eternidad empezaba a sangrar. Por las comisuras de sus labios chorrearon las pestes, las guerras, las mentiras, las traiciones, emperadores y sádicos, rameras y esclavizadores, brujos y militares, perversos y torturadores, Adanes y Evas multiplicados y esparcidos por las estrellas, todos buscando un modo de volver a casa. Todos tratando de escupir un trozo de muerte atravesado en sus gargantas.
Para ese entonces la serpiente estaba rascándose frenéticamente una sarna insoportable que la obligaba a retorcerse de dolor y placer simultáneos. Con cada estertor, cada fricción contra las ramas del árbol, una de sus extremidades se desprendía.
Cuando bajó a tierra, se arrastraba miserablemente.
Adán pensó en aplastarla con un palo, pero Eva ya estaba pisándole furiosa la cabeza.
Cada pisotón resonaba en el jardín con la potencia de lo irreversible.
Luego ella se vistió de hojas, como si quisiera parecerse a una planta, y empezó a fingir que no lo veía.
Él la imitó, tratando de recuperar su atención.
Pero ella ya se alejaba, caminando rápido, y sin mirar atrás.


05-05-11 Volverán




Volverán, alados, libres
Los que hoy lloran ausencia
Y volveré, presente en tu rubor
Por vos
Y llorarás, lenguaje de dolor
Significantes que gotean por tu cara
Piel que el beso hizo erizar
Con el alivio, con el quiebre de los yugos
Libertad

Golpearé puertas de hierro
Una por una, hasta encontrar
La puerta que detrás tenga tu voz
Ahí estarás, sonrisa, ojos oscuros
Desatino del momento de reír
De carcajadas, del abrazo de tu cuerpo

Una fuerza que respira a flor de piel
Que va a explotar
Y va a volar, llevando tras de sí
Nuestros destinos

Porque entonces cada beso será el mundo
Cada caricia será vida que renace
Cada cuerpo será al fin todos los cuerpos
Y volverán, alados, a tu voz,
Los versos del poema