Amantes del silencio

Amantes del silencio. Eso somos. Lo acariciamos, nos ganamos su confianza. Y justo en ese instante, metemos la palabra. La palabra se clava en la carne del silencio y queda ahí, incrustada, resaltando, diciendo. 
La palabra existe porque el silencio la lleva puesta. 
Lo que decimos es una manchita en el cuero suave del silencio. 
La esencia de lo que decimos está en ese espacio entre una palabra y otra. Las palabras más bellas son esas que mejor adornan la piel del silencio. 

Entrás al ISER, y si todo va muy bien, en tres años tenés chapa de Locutor, con un número que certifica que ya sabés manejar las palabras. 

Después te lleva toda la vida aprender a seducir al silencio.

Gracias a todos los que me saludan en el Día del Locutor!!!