JESÚS




Podés creer o no en Él.
Podés o no creer que existió. Pero no se puede ocultar la emoción que nos produce la sola idea de alguien que se haya jugado la vida por los demás. Por todos.
Negar esto último nos empequeñecería.
La vergüenza de una humanidad que se aniquila y se ignora a sí misma queda por algunas horas atenuada por la imagen del bebé que nace entre el pasto seco, entre el olor de los animales y la precariedad. El horror de los miles que no conocen de navidades ni regalos ni shopping, ni bombachas rosas, nos obliga reparar en alguien que sí pensó en ellos.
El asco que producen los que remataron sus propias ideologías y en el camino nos pusieron en venta a todos nosotros, contrasta más todavía con la imagen de quien no se traicionó jamás.
Tenemos algo así como "La responsabilidad" de ser felices este 24 de Diciembre, aunque no sea la fecha exacta en la que Jesús nació. Si no lo hacemos estaremos deshonrando el gesto más importante que alguien tuvo hacia nosotros. Inmerecido. Imposible de pagar. Incomprensible. Tan potente que sigue moviendo la historia.
No permitamos que se bastardee su imagen, que no se lo banalice para adecuarlo al consumo masivo. No dejemos tampoco que lo llenen de pólvora para hacerlo estallar en Medio Oriente. Que no lo cuelguen en la punta de un misil teledirigido. No dejemos que termine estampado en los billetes ni sumergido en la avaricia de los que no conocen cuál es el olor de la pobreza ni quieren conocerlo. Que no se nos pierda en la multitud de los que creen saber todo sobre aquél que ni siquiera quiso ser llamado bueno, porque lo consideraba un honor demasiado grande. Que no se lo coma la publicidad, la banalidad, y la estupidez. Que no nos lo comamos nosotros entre una porción de pan dulce y otra. Que no lo maten los Herodes de ahora que, igual que el viejo Romano, saben que sin Él sería mucho más fácil dominar el mundo. Porque no hay nada más débil que un pueblo sin fe y no hay nadie más manejable, más vulnerable al engaño, que un hombre sin corazón.
Pero eso sí: Que tampoco se lo lleven demasiado arriba, donde nadie pueda tocarlo. Que lo dejen así como lo conocimos: capaz de llorar, capaz de tener sed, capaz de cansarse, capaz de explotar de rabia y sacar a latigazos a los mercaderes del templo, capaz de sangrar.
Que esté acá y nada más.
No quiero más que eso. Su presencia es en el fondo lo único que importa.
Después cada cual volverá a sus miserias personales, que para eso hay tiempo.
Esta navidad, celebremos que un niño nació una vez para convertirse en un hombre capaz de morir por los demás. Creamos que algo de El nos queda en alguna parte del alma. Soñemos que aunque sea un poco, podemos imitarlo.

Recomiendo: Leer la noche a través del espejo, de Fredric Brown

Se trata de una de esas novelas que leés en la adolescencia y te quedan dando vueltas en la cabeza para el resto de la vida. Ahora que los años en los que uno tenía pelos y se enamoraba a cada rato están muy lejos, el olor de las páginas amarillas de novelas como esta producen un efecto similar a subirnos al auto de "Back To future"
Recomiendo, pues, leer a Fredric Brown...

Podría ser en Suipacha, pero no.
El protagonista de “La noche…” es Doc Stoegger, un viejo editor de un pequeño pueblo estadounidense llamado Carmel City. En Carmel todos se conocen. “El Clarion”, el periódico que Doc edita, jamás dice algo que sus lectores no sepan de antemano. Un par de veces en las décadas que suma de existencia, un robo o una riña crearon algo de interés, pero siempre sucedieron mucho antes del viernes, por lo que al ser editadas, las noticias eran viejas. Nunca una noticia de verdad, una que los periódicos de la zona envidien.
Nuestro hombre, fanático del ajedrez y los tragos en la taberna de un tal Smiley, solo sueña con una cosa: Un viernes de estos, una sola vez antes de vender el diario y jubilarse, sacar a la calle un ejemplar con una buena primicia.
Mientras tanto, se entretiene leyendo a Lewis Carroll y sostiene que el autor de Alicia en el País de las maravillas en realidad no inventó su mundo fantástico, sino que accedió a él en una ceremonia ocultista que le abrió las puertas de una realidad paralela.
Como su nombre lo indica, el libro relata lo sucedido en una sola noche en la vida de Doc. Empieza a la hora que, tras dejar la linotipia cargada con lo que será el próximo ejemplar del Clarión de Carmel, baja a tomar un trago a la taberna de Smiley, y acaba a la mañana siguiente, justo cuando empieza a amanecer.
Doc irá a su casa, y alguien golpeará su puerta…A partir de allí, la realidad empezará a deformarse alrededor de él.
A medida que los tragos transcurren, aparecerá en la historia un extraño personaje que afirma coincidir con la teoría de Stoegger sobre Alicia y lo invitará esa misma noche a una ceremonia en la que un grupo de personajes secretos tratarán de alcanzar la realidad del otro lado del espejo. Le advierte sin embargo que de aceptar la propuesta, correrá un riesgo de muerte.
A partir de allí, durante una seguidilla de capítulos en los que la acción se vuelve cada vez más veloz y desafía toda lógica, el lector es arrastrado junto a Doc a creer en fenómenos inexplicables al tiempo que en Carmel City se cumple el deseo del Editor de “El Clarion”, pero de un modo que él jamás hubiera deseado, porque le tocará a él mismo ser protagonista de los hechos.
“El diablo anda suelto esta noche”, dice Doc en un momento; Y algo de eso hay: sólo en las primeras páginas habrá una serie de asesinatos, un robo al banco, una persecución automovilística, dos forajidos buscados por la ley escondiéndose en la ciudad, un loco escapado del manicomio cercano, un hombre atacado por una extraña criatura…
Y todo lo que Doc pidió durante tanto tiempo para retirarse con una portada llena de noticias de verdad en su haber. Noticias, no simples datos sociales y anuncios de colectas de caridad. Noticias.
Y justo a tiempo para que el viernes temprano el “Clarion de Carmel City” salga con las novedades bien fresquitas, pero… ¿Habrá alguien para publicarlo?

Decálogo para el manejo de los sueños

Uno no soñar nunca. Dos en la noche los sueños
son más creíblemente sueños, pero a la siesta
Dios nos libre de los cuerpos, los besos, las caricias
Que se sueñan a la siesta. Digamos que Dos no dormir la siesta.
Tres nunca escribir lo soñado, no plagiar al yo que sueña
Cuatro no creerse uno los sueños,
Es como creer que la mañana va a traerla con el sol
Cinco sonreír mientras se duerme,
Por ahí la noche se lo cree y nos perdona
Seis ir de vez en cuando a la casa de ella
Animarse uno a confesarle que la ama
Siete jamás olvidar que los sueños son en principio malignos
Sus fantásticos universos degradan el mundo de la vigilia
Ocho emerger de vez en cuando, preguntar si todos viven
Y convencerse de que está todo normal cuando contestan
Nueve no escribir cartas a Morfeo
pidiendo absolución de pesadillas
ni especificando sueños eróticos
Y diez, como si hiciera falta decirlo,
Dormir de vez en cuando, pero sin más sueños
Sin más fantasía, sin más confusa trama zigzagueante
Que la piel real de su cuerpo.