Sapos que se miran a los ojos

Afuera llueve y sopla un viento bastante fuerte, pero el calor todavía no se fue. Se asoma un sapo a la puerta del estudio, que sigue abierta. El sapo me mira. Lo miro, con ganas de sacarlo de una patada. Entiende el mensaje y retorna al patio. Fin de la historia. Así, el hombre y el animal vuelven a entenderse de manera tácita.

Al fin y al cabo todos estamos hechos del mismo barro y nos pasan cosas no tan distintas, aunque con diferentes puertas y diferentes lluvias...

No hay comentarios: