Volverá la luz. Vendrá desgarrando el frío, desde la semilla de la chispa enterrada en el polvo de la noche.
Volverá, desdiciendo las palabras hirientes.
Volverá, retrocediendo por el camino que dejó en el aire la copa de cristal cuando caía.
Volverá, recorriendo el camino rojo de la sangre hacia la herida.
Desde la muerte putrefacta hacia la vida que se pierde en laberintos de venas y arterias palpitantes.
Volverá la luz.
La traerán los vagabundos y los locos.
La traerá la chica aquella que me amó sin que yo pudiera amarla.
La traerán todos esos que no tienen más patrimonio que la luz.
Los que fueron echados de sus tierras. Los que buscan a alguien cuando piensan en el cielo.
Volverá la luz.
Será un chiquito que se ríe entre miles de caras pálidas y huecas.
Será un chiquito que nos mira con ojos inmensos de asombro.
Será un chiquito que se ríe de la muerte y del silencio.
Será un chiquito que decreta la luz como si fuera posible obligar por ley al sol a quedarse en el cielo para siempre.
Volverá la luz.
Será un guerrero minúsculo de esos que cuidan la inocencia en las plazas oscuras y los callejones negros, vestidos de frío.
Lo veremos reír, con toda la luz escapándose por aquella ventana que dejó abierta en su boca un diente de leche al marcharse.
Agitará sus manitos entre la multitud para que podamos verlo entre tanta sombra de sombras.
Lo verán reír los soñadores que esperan que la luz gane algún día.
Los que creen en un mundo hecho a la medida de los débiles.
Los que creen en un mundo de tronos pequeños, hechos para que se sienten en ellos los menos importantes.
Ellos lo verán reír...
Y llevarán su risa rota hecha bandera.
Y construirán lámparas inmensas, colosales, con esa luz de su boca sonriente.
El mundo amanecerá en plena medianoche y saldremos a las calles a ver la luz volviendo, sin que sepamos si en realidad hemos despertado o seguimos soñando.
Volverán las ganas de empezar otra vez...
Volverá la luz...